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miércoles, 10 de marzo de 2021
Por Alberto Luis D’Andrea (*) En el año 1950 la población del planeta era de 2.500 millones de habitantes, en el 2021 está cercana a los 7.800 millones, un aumento en 5.300 millones en 71 años, más del doble. El crecimiento exponencial experimentado produjo un fuerte incremento en la demanda de energía, alimentos, servicios de salud y aumento de la contaminación en general producto de la mayor cantidad de habitantes y de la actividad humana. También originó el declive constante de la diversidad biológica ante la apropiación de más espacios físicos por el hombre, la concentración de los recursos en pocos habitantes, con 1.000 millones que no pueden satisfacer sus necesidades básicas y 6.000 millones fuera de la vida confortable, lo que origina un ascenso de lo irracional.
En el contexto señalado, tanto la economía como el ambiente en el planeta se encuentran sin rumbo, a la deriva con un riesgo creciente de subsistencia debido al aumento de la población, la contaminación, el cambio climático, la desertización, el aumento de pandemias e incendios forestales en intensidad y frecuencia, etc. Si existe todavía alguna probabilidad de solución seguramente requerirá de un saber hacer basado en nuevos conocimientos integrados para actuar en un mundo complejo.
Es una misión de la universidad generar y estructurar los nuevos conocimientos para dar respuestas a las crecientes problemáticas socioeconómicas. Conocimientos que en el tiempo constituyen la base de los nuevos trabajos del futuro. Dos carreras universitarias de grado podrían contribuir a encauzar la vida en la tierra.
Una de las carreras propuestas está vinculada con hacer viable lo inviable, es decir generar recursos en todos los rincones del planeta para evitar las migraciones por hambruna, la acumulación de recursos en unos pocos y generar en forma sustentable trabajo para todos. En el artículo Hacer viable lo inviable decía “En el planeta existen zonas aparentemente poco beneficiadas, no poseen minerales, combustibles fósiles, ni su suelo presenta las características adecuadas para ser cultivado. La falta de energía no posibilita la radicación de industrias y la generación de puestos de trabajo. Suelen ser consideradas como zonas inviables por los economistas y abandonadas a su suerte. La gente joven emigra en busca de un porvenir mejor y los pueblos existentes languidecen…” “La producción abundante de energía se basa en la instalación de paneles solares, en la generación de biogás a partir de residuos, centrales termoeléctricas alimentadas por biomasa obtenida a partir de cultivos, microorganismos y microalgas modificados genéticamente, de los cuales también se puede obtener bioetanol, biopetróleo y biodiesel. El dióxido de carbono proveniente de las centrales termoeléctricas y de la generación de biogás se lo puede utilizar para obtener grafeno y/o para alimentar cultivos de microalgas capaces de producir desde medicamentos hasta ácidos grasos omega 3...”
Por lo expuesto, la primera carrera de grado propuesta es una Licenciatura (o similar) en Nano y Bioeconomía, a distancia y bilingüe (inglés-español) para una capacitación y aplicación directa “in situ” con el apoyo tecnológico necesario. El citado enfoque produciría una trasformación simultánea, horizontalizando la generación de recursos, evitando su concentración y con una producción sustentable amigable con el ambiente.
La segunda carrera, con proyección sobre la segunda mitad del siglo está íntimamente ligada al “ser humano”, es necesaria para acompañar nuestra revolucionaria transformación a través de la cognociencia y cognotecnología.
Trasformación que puede abarcar desde la inteligencia artificial hasta el humano robotizado inmortal. En el libro La Convergencia de las Tecnologías Exponenciales y la Singularidad Tecnológica decíamos “En la línea del tiempo puede ocurrir que la vida biológica en la tierra no sea posible. Existen posibilidades ciertas de avanzar hacia condiciones ambientales extremas en las cuales ya no podríamos elegir entre hombres o robots. Un robot puede vivir a temperaturas más altas, sin agua, sin oxígeno, sin alimentos...” “lo atesorado del inmenso legado del conocimiento universal tal vez pueda pasarse de un humano a un robot como hoy se pasa el software de una computadora a otra”.
Si admitimos la posibilidad que la mente es al cuerpo como el software lo es al hardware, la posibilidad de poder trasferir la mente-sofware a un robot puede llegar a constituirse en una realidad y en la gran revolución del siglo XXI”.
La segunda carrera propuesta es una Licenciatura (o similar) en NBIC (Nano, Bio, Info y Cognotecnología), conocimiento integrado para buscar soluciones a un porvenir complejo.
La licenciatura en Nano y Bioeconomía pensada en contribuir a solucionar las problemáticas en lo inmediato y la Licenciatura en NBIC para acompañar a los jóvenes en su futuro mediato tal vez sean las nuevas carreras universitarias necesarias para la vida en el siglo XXI.
Lecturas complementatias: Hacer viable lo inviable II
Calidad académica: atesorar el saber para saber hacer.
(*) Director de Nanotecnología y Nuevas Tecnologías de la Universidad CAECE (Buenos Aires, Argentina).Profesor y Doctor en Ciencias Químicas egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
http://albertodandrea.blogspot.com.ar
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